Pie al pedal gracias a The Kid with a Bike

on sábado, 21 de julio de 2012














Ver The Kid with a Bike de los hermanos Dardenne es recordar porque aquí en Bajo Criterio no se ha escrito nada en los últimos 11 meses. Hay que vivir. Despertar, desayunar, ir a trabajar, reír, mear, cagar, hacerte una puñeta o chichar, dormir. Y todo eso que distrae lo suficiente como para no perder el tiempo escribiendo por escribir.

Los Dardennes son de esos cineastas que con su trabajo apuntan indirectamente una luz sobre la inmensa cantidad de karaoke, desperdicio fílmico e intentos basurita que inundan las salas de cine.

Hacer el ejercicio de ver 30, 40, 50 películas al año es preguntarse “¿por qué?”, “¿para qué?” “¿cuál es el punto?”. Es ver una tras otra demostración de lo que es hacer cine por hacer cine. Es obviar las posibilidades de un medio que lo tiene todo a su disposición y que rutinariamente se utiliza para exhibir colectivas pajas mentales sin propósito alguno.

El cine visceral escasea.  Blue Valentine, película exhibida hace 3 años fue el último esfuerzo cinematográfico que recuerdo tuviese estos cojones. Y pasó desapercibida, sacada Fine Arts por alguna gran comedia española, argentina, o whatever.

Esta es la razón principal por la que en mí también escasea el hambre de hacer, ver y hablar o escribir de cine. 

Prender una camarita para grabar tonterías, por grabar, por dirigir actores, por decir que estoy haciendo cine…no me interesa. Prefiero vivir. Despertar, desayunar, ir a trabajar, reír, deprimirme, encabronarme, mear, cagar, hacerme una puñeta o chichar, dormir.

The Kid with a Bike es una gran gran gran película que comienza con un niño al que se le informa que su padre lo abandonó. Directo al grano, sin necesidad de presentarme personajes o introducirme al mundo del filme. En la primera escena ya hay un objetivo y enseguida nos damos cuenta que hay un personaje principal que está dispuesto a todo por lograr ese objetivo. Bienvenidos a la clase de guión, en menos de dos minutos los Dardennes te ponen los “pom pones” en la mano y ya tienes a alguien que te importa y al que quieres ver ganar.

Es un guión completamente descontaminado, que parece decirte con cada escena “tranquilo, no te compliques, aquí no hacen falta fuegos artificiales, mira como con esta simple e ínfima progresión te voy a dar un puño en el pecho”. Es un guión que respira vida y no cine, evitando clichés y subrayando lo espectacular que es ser genuino con personajes de carne y hueso.

Son 87 minutos en los que vemos a un niño crecer en pantalla, no por cambios radicales, sino por ajustes de carácter que sufre con las acciones de las figuras paternas que encuentra en su camino.

Cyril, el niño, es decepcionado una y otra vez por su padre y todos los posibles padres que aparecen en su vida. Sin embargo, Samantha, una mujer a la que Cyril abraza para que no lo lleven a su hogar provisional, es la única figura materna presente, que se muestra a si misma atenta y dispuesta a recogerlo.

“Papi no está pero ahora tienes una mami…ve a casa” el tema de esta película y a Cyril, al igual que nosotros, le toma tiempo entenderlo, pero la última escena te hace clarísimo el mensaje y con una potencia emocional que no existía alrededor de la travesía de un niño desde los 400 golpes de Truffaut.

La dirección es impecable porque es sencilla y directa, no hay rodeos ni distracciones de estilo. Los Dardennes, quienes han cargado la antorcha de Cassavetes de como se utiliza con seriedad la cámara en mano, dan una clase de lo que es tener tus prioridades en orden como cineasta. La cámara es de los personajes, los personajes no son de la cámara. Y tener una cámara en mano alocada no va a traer drama a una situación que no la tiene.

(Hace unos meses vi “Pariah” y me dio verguenza ver una escena en una mesa de familia en donde la cámara paneaba esquizofrénica a cualquier personaje que abriera la boca. ¿Con qué propósito? ¿Para que llamar la atención a tu estilo sobre la situación que quieres presentarme en tu guión? En The Kid with a Bike, la cámara se mueve cuando tiene que hacerlo y cuando no, se pone en tres patas y te deja saborear el momento que está en pantalla. Y los Dardennes usaron el hand-held antes que Bourne Identity, The Office, etc…antes de su prostitución. So they must know their shit, you know…)

Cuando prendieron las luces de la sala en el Fine Arts de Miramar, me sentí emocionado. Esta película me agarró por la camisa, me sacudió y al final, me dejó claro que estoy claro.

Me motivó.

Ya empecé por escribir este disparate…quizás…a lo mejor…me da con prender una cámara y apuntarla a la vida.

Quizás me da con hacer cine, una vez más, sin pensar en lo inconsecuente que puede ser para una sociedad enamorada del pop corn.

Quizás me da con mirar hacia abajo y agarrarme los cojones antes de que se vayan completamente al suelo.