TRASH SOUL FOLK BODY: La brutal melancolía de Esquina Periferia

on martes, 17 de mayo de 2011







Esquina Periferia es una obra de teatro única que nos cuenta una historia sin trama pero de narrativa muy coherente y fascinante. La pieza está dividida en dos partes: Un cuarto más pequeño y Bus Boy Love.

En la primera parte los personajes son los artistas residentes del Hotel Puercoespín. Estos personajes bums y embelequeros nos dejan saber que somos el público del lobby del hotel y nos ofrecen varias canciones que sugieren atmósferas e historias de una melancolía sabrosa. El title song nos habla de un “yo mudándome a un cuarto más pequeño” y de esta forma posiciona al espectador ante al starving artist “sin especialización”,que lo va perdiendo todo, menos su “voluntad de vivir manifestándose”(R. Arenas). Esta primera parte/recital de canciones individualmente tan sugerentes, entre el folk y el gospel, trabajan juntas como esa narrativa del artista venido a menos y convertido en servidor, en mesero. “Yo sirvo, yo sirvo” dice Alegría con su bandeja y nos lanza a la segunda parte donde el “servidor” adquiere nombre “Junior” y tiene una oportunidad de ser amado, aunque sea una cabrona vez.

En la segunda parte dominan la escena los cuerpos en tránsito, los movimientos explosivos. Teresa Hernández y Viveca Vázquez son dos sombras/espectros que empujan, acercan y alejan a los dos “servers” del restaurante Limbo con gran expresividad corpórea, de hecho impresionante. Junior y Abelardo (interpretado por Yamil Collazo) son los meseros que al parecer llevan tanto tiempos faltos de una caricia que solo pueden desplazarse como animales/bestias en el restaurante-escenario antes de fundirse en un abrazo. Esta segunda parte explora la relación de dos hombres solo a través de la sugerencias del cuerpo. El resultado es un love story auténtico y ezquizofrénico, pero sobre todo queer y muy normal.

Merece atención el trabajo de la actriz, maestra y performera Isel Rodríguez. En la primera parte une su voz a la de Eduardo y crean una melodías lúdicas que ayudan a demostrar la seriedad de estas composiciones tan tristes, evocativas (storytellers) y muy personales. En la segunda parte Isel interpreta a Heather otra servidora de Limbo y nos regala su paciencia y disciplina, un cuerpo que espera.

Esta pieza es una de la experiencias viscerales más tristes y alentadoras que tiene el teatro puertorriqueño. Aunque la sala del Coribantes estaba más que saludable anoche domingo 15 de mayo, uno siente que merece un público más amplio y a la vez sabemos que es imposible, es una obra para nosotros los que queremos pensar y relajarnos aún cuando esten ausentes los códigos hartos conocidos del drama más tradicional. A fin de cuentas la intimidad es un atributo fundamental de esta pieza y no nos importa mudarnos a un cuarto más pequeño. Podemos ser felices. Esta obra me hizo feliz. Sublime. Ve a verla, tienes chance. Hazme caso.

foto por Neysa Jordan


1 comments:

Sofia dijo...

Gracias por entusiasmarme sin dañarme para nada la sorpresa.

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