En la boda “real”, ellos no saben quienes somos.
William Rosario on viernes, 29 de abril de 2011
A Lorenzo lo mataron ustedes
William R. on sábado, 23 de abril de 2011
(No) Apoyen el cine puertorriqueño
William R. on
Cine parabichos: "Black Swan" y la mano dura de Aronofsky
Kemel Jamís on
Darren Aronofsky mete cabras. Es un autor de cine que sabe las películas que quiere hacer y no compromete su visión ni pa’ dios.
Si bien miramos la propuesta de Arnosfky podemos notar que todas sus películas se pueden resumir en como la obsesión progresiva, de sus distintos protagonistas, destruye sus vidas, tortura a sus allegados y de cómo el cine mismo es un medio que puede representar estas obsesiones ficticias y las del mismo cineasta… vigorosamente. El cine como plataforma para la obsesión y la demencia.
Black Swan no es la excepción. Es una película efectiva y en ocasiones efectista que mantiene nuestro interés y curiosidad hasta el último minuto. Es una pieza bella que desespera por arte (es “artsy” y pretensiosa, pero no nos molesta…la pretensión es agradable aquí). Es una propuesta notable del año 2010 y amerita alquilarla si no por otra cosa, porque no se parece a nada en oferta. Aunque sí es parecida a otras películas…las del mismo Aronofsky.
Black Swan no toma prestado de sus películas anteriores, es una suma de todas ellas. Obsesiva, “imperfecta” (me refiero a qué se suelta, no le importa el grano, ni los encuadres desbalanceados, ni la cámara en mano) y nos arrastra con la tragedia de sus personajes principales, que nace de su egoísmo y de su compulsividad.
El problema es que su juego nunca es seductor, es un perreo. Aronofsky nunca pierde el control de su audiencia pero en vez de construirnos una senda por la cual paseamos en su cine, nos agarra por la camisa y por el huevo (me refiero al “pene”, aunque no literalmente) y nos obliga a excitarnos. Cada segundo de Swan tiene una manera agresiva de derivar placer, es el equivalente a una Cialis cinematográfica, nos para el bicho bien para’o e insiste en la erección aún cuando estamos cansados y faltos de la caricia. Pero Aronofsky nunca nos pasa la mano.
Y aunque sea estimulante , la verdad del caso es que después de la primera hora Swan, aún siendo genial y memorable, no tiene nada nuevo que decir en el lenguaje de Aronofsky, testimonio de su autoría al menos. Sí, la cámara acecha a los personajes hasta el punto que les respiramos en la nuca; sí, les damos vueltas 360 grados con gran velocidad a los sujetos y cuerpos que danzan una y otra vez y despues aún más. Puro frenesí.
Si la comparamos con The Company, otra pelicula sobre ballet del fenecido director Robert Altman, evidenciamos que Aronofsky nunca nos da una mirada distanciada de su elenco/personajes, siempre quiere que nos peguemos, nos incita al roce. Donde Altman observa los cuerpos y nos da una mirada privada a la danza y su proceso creativo, Aronofsky insiste en que guayemos hebilla y pretender meterse en la mente, explorar la psiquis.
IN A NUTSHELL: El largometraje cuenta la historia de Nina Sayers, bailarina escogida para representar los dos papeles principales del Lake Swan, o sea el White Swan y el Black Swan. Nina, en busca de su cisne más prieto pone en práctica un método que le consume y vuelve loca. Vivirse el rol será su caída.
Hablando de contenido, no podemos dejar de ver a Black Swan como un melodrama esquizofrénico, una exploración de nuestro lado oscuro y erótico. Y un dejarse arrastrar por las garras del arte….hasta perder la cabeza.
Pero ocurren dos cosas cuando “se pierde la cabeza” . Uno se zumba sin miedo y corre riesgos, se llevan las circunstancias y “los motifs” hasta las últimas consecuencias y se performa la liberación. Lo otro es que que en ese frenesí se nos puede ir la mano, y podemos llegar a los insospechado. Y aunque Aronofsky lo logra, Portman se esmanda. Su propio método es un espejo para el de Nina, pero al revés. En vez de meterse en la mente de su personaje, Natalie se mete en su cuerpo. Su método no es el de los sentimientos, el alma y el convertirse, sino el de la práctica, la técnica, el “stunt”. Ese es el problema de Nina y de “Swan”, su carácter psicológico facilita el divertimiento, le da una excusa a Aronofsky de lucirse 20 veces con los mismos planos y explotar todas la convenciones del horror mental…como un masaje brusco a las zonas bajas.
Cuando llega el clímax ya estamos fatigados y no podemos venirnos.
"Bring me my machine gun", Harmony Korine y la cultura gangsteril en tiempos tardomodernos
Kemel Jamís on
Harmony Korine escribío el guión de Kids cuando era adolescente y se convirtió en un “indie hero”, y Kids en una película de culto si hubo alguna. Tratando el tema del sida, las drogas y el “letting loose” de los adolescentes niuyorkinos, nos demostró una sensiblidad americana de gran interés.
Ya luego quizo dirigir sus guiones y realizó Gummo, Julien Donkey Boy, Mister Lonely y mas reciente Trash Humpers, un largo grabado en VHS y editado de VHS a VHS.
Hay dos tipos de personas en el mundo: los que conocen y gustan del cine de Korine y los que no. Yo soy de los primeros. Admito que derivo placer de su cine puerco, feo y amercicanísmio. Gummo es una obra maestra del redneck cinema y el cine de asco, una especie de pornonografía de la pobreza que se ha realizado más eficientemente en filmes como Winter’s Bone (2010), pero jamás de manera tan particular y personal como en Gummo.
Trash Humpers es su propuesta más inaccesible e imposible. Es tan fea, episódica, random e imbécil que solo podría recomendarse a fanáticos del cine de Korine o del cine indie “no budget” y personas inclinadas a la disciplina masoquista. Es una película inolvidable por ser única y aunque los pocos que la han visto la consideran insoportable, yo la veo con otros ojos. Pienso que es una celebración del pobre, bruto y “unapologetic”. Su estética VHS, nos da un aire de nostalgia y surrealismo y al final si sobrevives sus ochenta minutos de aburrimiento apestoso (¿cuál es el problema con estar aburridos, anyways?), tendrás la recompensa de una experiencia distinta y horas de conversación.
Recientemente , Korine publicó su más reciente trabajo, un cortometraje llamado Bring Me My Machine Gun (incluimos el enlace para que lo vea de forma gratuita). Este corto continúa los temas de Trash… pero con una estética más “comercial” (o sea, más “crisp” y bonita).
Tengo que admitir que aunque me interesan sus inquietudes de explorar la cultura gangsteril y ridiculizarlos para hacerlos indefensos, este corto de quince minutos solo tiene a sus dos protagonistas (los integrantes de Die Antwoord) en full costume y silla de ruedas gritando improperios, disparando balas locas y “raising hell” en suburbia. Como experimento surreal y parodia del gangster de los 90’s podemos encontrar cierto placer en lo ridículo. Sin embargo, este corto me decepcionó de la misma manera que me decepcionó Mister Lonely: tiene su fotografía más aceptable, su edición más pensada y aún así perdemos la autoría de Korine en su ensayada belleza.
Si no conoces el trabajo de Harmony y no eres partidario de la celebración de lo asqueroso, HAZME CASO, no veas Bring me my machine gun. Para el resto, saca 15 minutos y continúa siguiendo la carrera de este loco. Es de los pocos que quedan con un par de cojones bien puestos haciendo cine gringo. Y le importa una puñeta lo que tú pienses de él. Búscate alguna entrevista suya en Youtube y aprende a odiarlo.
“I’m Still Here” es un documental importante…
William R. on
MAS CAFRE QUE TU: EL POST-REGUETON de CALLE 13 y Jamsha
Kemel Jamís on
Su música es decididamente underground, confrontativa y estúpida. Podríamos ver la música y los videos de Jamsha en un contexto 1997 y ubicarlos adecuadamente, seamlessly. Incluso el estilo do it yourself de la produccíon de su música y sus video resultan en una cualidad hecha a mano que el reguetón perdió hace millones de dólares. La apropiación en Jamsha del underground sucio y sagrado se da de manera invisible porque él no le tiene miedo a la censura, ni invierte un dineral en sus videos.
El paladar sofisticado de Frances Arúgula
Frances Arúgula on lunes, 18 de abril de 2011
Arúgula es una planta anual que se usó en todas las ensaladas del 1996 (y en Puerto Rico en el 2008, claro) pero también es mi apellido. Soy crítica culinaria, redactora, y me he metido todo tipos de cosas a la boca , incluyendo embutidos con sangre y otras carnes guindás. No me da vergüenza decirlo.
Soy escritora y foodie, y llevo varios años en Puerto Rico tratando de tomarle el pulso al panorama culinario del País. Hasta ahora, y en general, me parece una escena desenfocada con restaurantes sin ideas del contexto global y actual y otros con repertorios pretensciosos y gastronomías moleculares wannabe bastante arrogantes, pero it is what it is. Muy pocos chefs han renovado sus ofertas para moverse con los tiempos y las temporadas. Pero en esta ronda de escritos trataré de juzgar con el paladar limpio.
Desde que recuerdo odio comer en casa, el soul food y la cocina de Mamá me da alergia y náusea. Tal vez tenga que ver con la pelea diaria de mis padres en el comedor durante la cena, no sé, pero desde entonces odio la cocina casera y las recetas sobrevaloradas de la abuela. Comer afuera fue mi pasatiempo y ahora mi carrera. Tal vez hayan leído mis columnas en inglés en otros medios con mi seudónimo habitual (que no revelaré ni aunque me lo pida nuestro señor Jesucristo). Esta columna será más informal y no tengo miedo en ofender la sensibilidad de los chefitos del patio que se creen que una espuma de azafrán va a cubrir el hecho de que su pato está sobrecocido. Voy a tratar de mantener mi paladar elevado y concentrado en las propuestas más frescas y vigentes del patio. En esta columna estaré haciendo reviews de restaurantes de la Isla, para explorar sus puntos de vista, sus sabores, presentaciones y la experiencia en general de la visita. No tengo pelos en la lengua y no tengo miedo de decir que tu comida es mala, pero si me presentas un plato innovador y excitante me voy a venir en este espacio que me cedieron los muchachos de Bajo Criterio. Cuando menos te lo esperes estaré sentada sola en la barra de tu restaurante pidiendo platos al azar tomando notas en el baño y mirando los muebles. Desde que cerró Chayote y Delirio me da miedo de lo que queda allá afuera, no tengo mucha esperanza. Las próximas entradas serán sobre la escena en San Juan enfocándome en SOFO (South Fortaleza )…..Ponte pa’ tu número…Oof.
Frances Arúgula
Black "Friday": Rebecca es obscena
Kemel Jamís on
Llegué tarde a la fiesta. Ya todos se han tripiado a Rebecca Black por tener la peor canción en la historia del internet. Su video tiene más de 100 millones de views en youtube con más de dos millones de dislikes (sí, es un all time record). Es la curiosidad morbosa de contemplar lo horrible, el no placer de huelerse un mojón.
Existe tal cosa como buena radio...
William R. on
Funky, que de vez en cuando olvida lo que hace para dárselas de “activista político” quizo poner un tema (para las llamadas del público) acerca de la situación económica del país. Pero nadie llamó…esperaron…esperaron…y nada, ni una sola llamada…
Nadie se enteró ese día pero en plena radio nacional, en el programa de mayor audiencia (para aquel entonces), se reveló lo que hay detrás de la cortina y cuales son las reales intenciones de todas la partes envueltas en el espectáculo mediático que es la radio puertorriqueña.
Hace falta escuchar solo quince segundos de cualquier programa en cualquier estación radial FM, para darse cuenta que no somos más que un montón de tontos útiles al servicio de un elenco de mediocres con voz…en una eterna celebración de lo trivial.
Todos los segmentos abordan temas simplones e insultantes: “la última vez que hiciste el rídiculo”, “cuando te cogieron pegándoselas a tu mujer”, “cuando te le declaraste a alguien y te dijo que no”. Ugh, a eso añádele que todas son discusiones que se quedan en la superficie, carentes de profundidad y para nada entretenidas. No haces más que entrar en aguas profundas y el animador te corta para decirte la clásica: “busca ayuda”. Fuck you…tú busca ayuda, y de un comunicador con propósito please…
Ira Glass es un comunicador con propósito. Como creador, productor y conductor del programa radial estadounidense This American Life, Glass entiende a cabalidad las posibilidades de su medio. En los 60 minutos que produce semanalmente, hay espacio para episodios que van desde el periodismo investigativo, hasta la comedia, cuentos cortos, e inclusive confesionarios.
Es un placer escuchar episodios como The Giant Pool of Money, en donde Glass, y sus colaboradores, disectan las razones de la caída ecónomica del 2008. Sus entrevistas y recopilación de datos explican la crisis de una manera sencilla pero contundente, con más efectividad que cualquier segmento noticioso o artículo públicado del evento.
Sin embargo, para los gustos, los colores. Mi episodio favorito no es político, ni es de carácter investigativo. Break-up es una obra maestra radial que a través de cuentos cortos comunica a la perfección el sentimiento real de estar en medio del rompimiento de una relación amorosa.
También recomiendo Scenes from a Mall, en el que Glass va a un centro comercial y por medio de entrevistas logra entretejer a todas las personalidades que componen la experiencia y la atmósfera de ir de “shopping” (un perfecto “backstage look” a lo que sucede en el día a día de las tiendas). # 1 Party School, en el que Glass visita Penn State, la escuela más fiestera de los Estados Unidos e investiga la cultura de la cultura de la joda y las repercusiones que tiene dentro y fuera del campus. Y Notes on Camp, en donde Glass, con la ayuda de instructores, documenta un campamento, los niños y sus actividades con una transparencia que recuerda el trabajo de los hermanos Maysles.
Si quieres escuchar radio con propósito, radio inteligente y no senitr que te tratan como a un bebé o un mono, hazme caso y bájate par de episodios de This American Life, te prometo que me lo vas agradecer.
The Missing Person y un manifiesto cojonú de su director
William R. on martes, 12 de abril de 2011
The Missing Person es una anomalía dentro de la corriente de cine americano contemporáneo. Una película que se atreve a ser específica; su tono es consistentemente raro, y por primera vez en mucho tiempo se nos presenta un filme de detective que está mucho mas preocupado por los conflictos internos de su personaje principal que por su trama.
Los cojones de esta película radican en ser una de las pocas propuestas recientes de "film noir" que usa la forma de este género a su favor para hacer de su “historia” una socialmente relevante. La película hace lucir a Black Dahlia de Brian de Palma (y a todos los otros fallidos intentos de revivir el "film noir" por parte de las super-producciones gringas) como un informe oral de una guaynabeña que estudia comunicaciones y que está mucho más preocupada por el color de las plantillas de su Power Point que por la retrajila de acentos que ignoró por ser una imbécil.
He aquí un escrito del director del filme, Noah Buschel que resume al pie de la letra mi sentir en cuanto al cine contemporáneo se refiere:
“Para mí, “historia” es la palabra más sobre-utilizada en el mundo del cine actual. Escucho a actores diciendo: “Yo solo quiero contar buenas historias”. Escucho productores diciendo: “Yo tengo una pasión intensa por las historias”. Jerry Bruckheimer está en un comercial llamándose a sí mismo “storyteller”. Quizás lo sea.
No sé en que momento el cine independiente se convirtió en sinónimo de contar historias. ¿Cuándo fue que este énfasis extremo en la narrativa se materializó? Como si una película no se prestara, en iguales términos, a ser un poema o una pintura. Pero no escuchamos a actrices protagónicas diciendo: “Yo quiero hacer grandes pinturas” y esto es probablemente una de las cosas más difíciles que enfrentamos los cineastas hoy en día. Si uno quiere hacer una película que no este guíada por la trama, uno tiene que disfrazarla. Yo escribí un guión que está vestido de "film noir" aunque en realidad era mucho más un guión tipo “sueño lúcido” que un guión detectivesco de “¿quien lo hizo?”.
Me resulta gracioso que Sundance este celebrando el arte del “storytelling” para su aniversario. Para mí el cine independiente siempre fue un lugar en el que sus películas podían ser lo que quisieran ser. Cuando pienso en A Woman Under the Influence, la pienso como un retrato. Badlands de Terrence Malick parece mas un "haiku ballad" que una historia. Robert Altman decía que él veía sus películas mas como pinturas que como historias.
No puedo evitar pensar que cuando la mayoría de la gente habla de “storytelling” en el cine contemporáneo, en realidad de lo que están hablando es de la homogenización y del embrutecimiento del cine. Todo está articulado, se mueve con fluidez, te han dicho todas las respuestas y no hay nada quedado en el aire. No hay tiempo ni espacio para respiración, transformación, rarezas y locuras. Es cine como una actividad intelectual estrecha, hecho para bajar fácil en una “laptop”. Es académico y aburrido. Le sirven al cerebro de la gente, en vez de a su cuerpo y a sus entrañas.
Todos tenemos nuestras propias historias y la de personas que conocemos. Somos todos buenísimos contando esas historias. Nuestro cerebro lo hace todo el día. Pero hay una experiencia y una visión que va más allá que las historias. Y eso es precisamente lo que me trajo al cine en un primer instante. Esos momentos en los que un filme abre y expande tu cerebro. Los conceptos desaparecen. El juicio se rinde. Ver Spirited Away de Mizayaki en una sala de cine oscura es como escuchar a Charlie Parker o leer a Emily Dickinson. La pequeña mente racional da espacio a algo que va más allá de los pensamientos.
Y esa es la batalla del día a día para un cineasta como yo. Estoy interesado en ir más allá de las historias pero el mundo del cine independiente está, con cada día que pasa, más y más guíado por el 'storytelling'.”
Noah Buschel
Filmmaker Magazine (Winter 2009)
Rabbit Hole no es "cool"
William R. on
Rabbit Hole es una película de adultos, para adultos. No hay tetas, nalgas, penes o vaginas. No hay penetración. No hay pistolas, ni machetes, ni cuchillos…ni sangre.
Hay un excelente guión. Hay un elenco de actores en potencia. Hay una dirección madura que maximiza todos los aspectos dramáticos y temáticos de la historia. Que grata sorpresa…
Es increíble poder mencionar todos estos descriptivos en una película de John Cameron Mitchell (Hedwig and the Angry Itch, Shortbus), quizás el director más “inmaduro” de toda esa generación de cineastas que despuntaron en los años 90; pero es que este filme es específico. Hacía falta una persona que entendiera lo que la pieza quiere decir y Mitchell acertó: aquí se brega con el luto y sus efectos, no solo en los protagonistas, sino que en todas las personas que entran en contacto con ellos.
Todas las escenas, todos los momentos de esta película están enfocados. Becca (Nicole Kidman) llega a casa de su mamá, a visitar a su hermana y ve a un hombre negro que le da comida a un perro. Este perro le ladra a Becca, el hombre negro lo regaña y le dice a ella: “Tranquila, por alguna razón se pone así cuando le da hambre”. Ella le dice: “Lo sé, ese es mi perro”. Y con esa respuesta este hombre entiende todo, lo importante que es este perro y lo insignificante que es él. “Oh, un placer, yo soy Auggie”, le dice el hombre a Becca y ella descubre que este es el padre de su sobrino.
Ahora, un guionista y un director inseguro se hubiesen dejado seducir por el montón de posibilidades que le trae esta revelación a la próxima escena. Quizás la hubiesen desviado a una discusión “interesante” sobre raza, o sobre lo mayor que está el hombre para la hermana; pero no, se hace un solo comentario y se regresa enseguida a lidiar con el sentido de pérdida que siente toda la familia.
Ese tipo de concentración y visión de túnel, hacen que Rabbit Hole sea una de esas pocas piezas en el 2011 que está más preocupada con los humanos de su historia que con la forma y el estilo en su presentación. Está anclada en sus personajes y que bueno…es un respiro.
Nicole Kidman sabe escoger proyectos. Esta es la misma actriz que en los últimos diez años ha protagonizado Margot at the Wedding, Cold Mountain, Dogville, The Hours y The Others. Todas, películas que han sabido aprovechar esa frialdad que tan fácil comunica su rostro para obtener diferentes resultados. John Cameron Mitchell lo utilizó a la perfección. Aquí es un placer ver a Kidman batallando con su neurosis en silencio. En todos los cuadros del primer y segundo acto se ve a una mujer que le guarda secretos al mundo presentándose como fuerte. Es sorpresivo el efecto que causa en uno el ver esa fortaleza en su rostro quebrarse.
Pienso que Aaron Eckhart comparte esas cualidades con Kidman (el del “tough, strong-minded people”) y, aunque su personaje va en el asiento del pasajero de la película, es preciso observar como el guionista y el director fueron justos con su desarrollo. Lo importante es que a Eckhart no se le vio esa cualidad artificial californiana que abunda en muchos de sus “choices”. Y bien por él.
La fotografía de está película no quiere llamar la atención. La cámara es estática y la iluminación es común. Pero todo funciona. Pareciera que Mitchell quería que su filme operara en el mismo contexto estético de Army Wives o Desperate Housewives, que no hubiesen quiebres en el proceso de inmersión y que al espectador se le hiciese fácil el entrar a la suburbia. La familiaridad con esta atmósfera , la desaparece (eso es algo en lo que no se piensa), para así darle un real protagonismo a los personajes en pantalla.
Está claro que habían profesionales tomando decisiones en Rabbit Hole. Y la mayoría de estas decisiones chocan con las tendencias en el cine hecho para vender taquilla. Si, este es un filme “anti-cool”. Pero en una era pos-moderna (super referencial y auto consciente) de cine, es chévere ver propuestas maduras de cineastas a los que no les importa un soberano carajo lo que piensen las audiencias. Está es esa película, este es ese cineasta. Todo quedó depositado en mantenerse fiel a la historia que querían contar y a sus personajes. Aplaudo su confianza. Está excelente…