En la boda “real”, ellos no saben quienes somos.

on viernes, 29 de abril de 2011












Este fue el último segmento de Entre Nosotras, hoy, martes 26 de abril de 2011:

Keylla Hernández, la periodista (que estaba de invitada en el programa), anuncia que la cobertura de la boda del príncipe y la muchachita comenzará en Noticentro a las tres de la mañana. A Maricarmen Avilés le gusta, porque sentada al lado de Keylla sonríe como teenager ante el anuncio, justo antes de pasarle el batón a Alba Nydia Díaz.

Alba dice que la comunicación está lista y aparece Sonia Valéntin en nuestros televisores, directamente desde Inglaterra. Todos en el programa están emocionados porque hay representación boricua y femenina en la boda “real”. Entonces, Sonia justifica su presencia en el viejo continente:

“¿Que por qué esto es importante? Tenemos que recordar que la boda de la princesa Diana y el príncipe Carlos en el 1981 la vieron 750 millones de personas. Y ahora se espera que esta la vean más de un billón de personas.”


Antes de despedirse, Sonia le dice a Alba que nos tiene (“nos”, a todo el pueblo de Puerto Rico) una sorpresa. “¿Qué?”, dice Alba. Y Sonia levanta un arreglo de flores (para nada especial…Labatut hizo mejores). “¿Y esas flores?”, Alba pregunta con la curiosidad de un mosquito que no sabe si lo que come es caca o chocolate. Y Sonia suelta la gran revelación:

“¡Estas flores me las hizo el que va a hacer las flores de la boda de William y Kate!”

Y las dos, en televisión nacional, compartieron la euforia de pertenecer, a través de un arreglo floral, al evento mundial que es esta boda cachendosa.


Lo que sospeché, observando este momento, es que en el 1981 tanto Sonia, como Alba, Maricarmen y Keylla se sentaron frente a su televisor, llenas de juventud e inocencia, a ser testigos de una boda como la que siempre quisieron. Ver sus rostros de alegría fue pescar que todas, en algún momento soñaron con ser princesas…but, for real.


Es la primera vez, en mucho tiempo (no recuerdo la última para ser honesto), que los canales locales anuncian programación de las tres de la mañana como si fuera “prime-time”.

¿Quiénes son estos seres que merecen tanta atención de la televisión puertorriqueña? ¿Y qué le pasa a la televisión puertorriqueña que se las otorga sin auto-reflexión o introspección?


A los manda más de la televisión de Puerto Rico les toca darse cuenta, de una vez y por todas, que ellos son el medio de comunicación, que ellos dictan la pauta y le corresponde decidir si un evento amerita cobertura o no. No se puede ser oveja y seguir el rebaño al precipicio. Y menos si ni siquiera se sabe a qué ovejas se están siguiendo. Según una encuesta que publicara The Scotsman, al 80% de los ingleses no les interesa el matrimonio, ni los pormenores de un evento que le terminará costando lo equivalente a 20 millones de dólares sacado de sus taxes. Si a sus compatriotas no le interesa, ¿qué vela tocamos nosotros en este entierro?

Estos dos blanquitos, hermosos, ingleses, millonarios han podido (y me refiero a su poder) hacer lo que han querido con su vida, ¿y aquí no hay quien detenga esta cegada adulación? (Sonia olvidó mencionar dentro de su justificación el efecto final que tuvo en Carlos y Diana la adulación de esas 750 millones de personas…infidelidad, divorcio y muerte.)

Lo que hace falta es un ejecutivo que se arme de valor y dignidad y no transmita esta boda. Que se proteste en silencio transmitiendo los mismos infomerciales que se pasan regularmente en el horario, en vez de una BODA de dos seres humanos sin importancia alguna para Puerto Rico y los puertorriqueños.

O sería aún mejor, que ese mismo ejecutivo tomara la decisión de transmitir, ese día, a esa misma hora, y después una vez al mes (aunque se quede a las tres de la mañana), un programa especial que hable del desastre que hay en el Departamento de Educación y el hecho de que la mayoría de las maestras encargadas de dar las pruebas puertorriqueñas le dieron los resultados a sus estudiantes para que sacaran buenas puntuaciones por miedo a que le quitaran fondos a sus escuelas y terminaran en la calle. Y de cómo eso afecta la inteligencia colectiva de todos esos estudiantes que no recibirán ayudas en la enseñanza porque milagrosamente salieron “bien” en sus pruebas puertorriqueñas.

O uno que discuta el hecho de que muchas farmaceúticas que ahora operan en la isla están hablando de abandonar el país una vez acaben sus contratos, para irse a la República Dominicana, por el aumento que le ha puesto el gobierno de Puerto Rico en sus contribuciones. Y de como eso llevaría a miles de puertorriqueños a las filas del desempleo.

O quizás uno que analice el hecho de que en Puerto Rico hay un aumento en los crímenes de odio a los homosexuales, a la misma vez que una pastora llamada Wanda Rolón, que tiene una congregación y una influencia gigantesca en sus feligreses, demoniza a Ricky Martin por venir a cantar en su casa, en su isla.

Y que todos estos programas cuenten con el mismo empuje publicitario con el que contó este fiasco matrimonial.


Ojalá y Sonia aproveche el viaje, y se quede en Inglaterra esperando que los tortolos lleguen de su luna de miel; y como toda una periodista investigativa, los intercepte de camino a un evento social de esos que valen diez mil dólares el plato, que los agarre “in fraganti” y les haga esta pregunta:



¿Ustedes saben lo que es Puerto Rico?



Coquí.

Y que la humillación de su respuesta silenciosa sea lo que se transmita a los hogares puertorriqueños. A ver si 30 años después de la boda de Diana, somo testigos de otro tipo de espectáculo: la despedida de esta bochornosa celebración de lo trivial que inunda a los medios de comunicación de este bendito país.




Update: El viernes 29 de abril de 2011, todas las integrantes de Entre Nosotras vistieron de gala, se tiraron la tela en un programa dedicado a William, a Kate y a su unión. Los segmentos fueron desde la importancia del anillo de matrimonio, hasta una consulta sobre el futuro de la pareja con Walter Mercado y uno final en el que se tocó en vivo una sonata de Henry Purcell.

Genial, las amo. 



A Lorenzo lo mataron ustedes

on sábado, 23 de abril de 2011










A Lorenzo lo mataron ustedes, todos los días, a través de todo un año.

Fuiste tú Kobbo Santarrosa, tú Hector Travieso, tú Frankie Jay, tú Alexandra Fuentes, tú Papo Brenes, tú Pedro Juan Figueroa, tú Leo Fernandez, tú Harold Rosario, tú Saudi Rivera, tú Yahaira Rodero, tú Soraya Sánchez, tú Nuevo Día, tú Vocero, tú Primera Hora, tú Programa mañanero de la radio. Ustedes mataron a Lorenzo todos los días en sus espacios mediáticos mientras jugaban a ser investigadores forenses.

Sin embargo, el momento de interés (por lo menos para mí), es ese momento en el que ustedes decidieron que este caso les concernía…que este era material apropiado para su programa y que había que cubrirlo. ¿Por qué? ¿Cual fue ese factor que los obligó a abandonar gran parte de su usual cobertura de la celulitis en las nalgas de Jennifer López, las paterías de Ricky Martin o las chillerías del Chuchín? ¿Quién le dijo a ustedes que estaban invitados a un caso ajeno al mundo de la farándula? Nadie, pero lo hicieron anyways y su decisión fue fatal.

Existe tal cosa como una fatiga social, un cansancio colectivo acerca de algo o alguien. Y ustedes lo lograron para con la muerte de un niño. ¡Felicidades!

Entre mis compañeros de trabajo y mis familiares, decidí preguntar (así como el que no quiere la cosa): “Oye, ¿y qué sabes del caso de Lorenzo?”. Aproximadamente el 50% de las personas a las que le pregunté me dijeron que están hartas de Lorenzo, de Ana Cacho y de La Comay. ¿Era ese el efecto que querían ustedes provocar? ¿Qué a la mitad del país le importara poco lo que sucediera con el caso?

El niño muerto y sus programas vivos. Cada nueva hora llena de detalles insignificantes y teorías bobas…contenido a granel. Su expertise en el caso fue aumentando, ya para el segundo día daban a la madre del niño de culpable, para la segunda semana de tecata y para el primer mes de ninfomaníaca. Pasaron los meses y se auto-otorgaron el derecho de meterse en la vida de esta familia, de llamarle “vieja chanchullera” a la abuela del niño y de gritarle asesina a la madre…frente a su cara. Llovieron las conjeturas, las falsas pruebas (algunas sacadas de “facebook”, claro) y poco a poco se borró la línea entre lo que es noticia y lo que es chisme. Al punto de que La Comay, hoy en el 2011, está mas cerca de ser Nancy Grace que Charlie Too Much.

Si le hubiesen dejado esta noticia al noticiero (no valga la redundancia) para que reportara solo lo relevante, a este niño se le hubiese hecho una verdadera justicia: el de darle la importancia y el respeto que se merece colocándolo en el mismo contexto mediático que otras tragedias que ocurren en el país. Pero no, todos los días a las seis de la tarde, desde hace 365 días, se habla con “seriedad” sobre el caso de Lorenzo en los mismos espacios televisivos en los que se habla con “seriedad” de las bellaqueras de Niurka Marcos, de lo bruta que es Maripily y de las casquetas de Elvis Crespo.

Gracias por nada.


(No) Apoyen el cine puertorriqueño

on










En Puerto Rico la televisión local desaparece. Quedan dos o tres programas que existen con el único propósito de ser paradas de promoción para artistas internacionales como David Bisbal y las Ketchup. Pero hoy, el lineup está flojo y se abrió un espacio para tí, un mini-segmento reservado para estupideces (de farándula, obviamente) que ahora movieron a un mega-segmento, pero algo es algo...te toca ir a promocionar tu película puertorriqueña.
Llegaste al canal motiva’o, con piquete de Quentin Tarantino criollo, a comerte las nenas crudas y a presentar la película que va salvar el cine puertorriqueño.

Te recibe la productora del programa, hipócrita de fábrica con perspectiva borrosa que a menudo prefiere lucir estrésica para que la vean “trabajando”, y te repite que llegaste temprano, que tienes que esperar.
El programa es grabado, por supuesto, aquí hace años que la industria de la televisión perdió los cojones y escogió la “perfección” de cartón sobre la incertidumbre atractiva de hacer un programa en vivo, lo que significa que siempre hay posibilidades de que ni salgas, que te corten (así de violento).
Llegó la animadora del programa, la bimbo, esa misma, la que tú y yo conocemos, la de las tetas grandes, la que está ahí para poner bellaco al macho y envidiosa a la hembra, esa, la puta encargada de despistarnos a todos. Lo hace bien.
Son las cuatro de la tarde. El programa comienza. Llevas tres horas esperando para un segmento de dos minutos pero que importa, vas a salir en televisión, you made it! Cue a la música genérica, a los aplausos de mentira y entras tú. A tiempo pero muy tarde, el espectáculo que siempre viste en el 20 pulgadas de tu cuarto y al que ahora perteneces te ha cegado y sedado. Eres un peón más en el círculo vicioso de los incomprensibles“ratings”. Esta batalla la habías perdido desde que te invitaron pero no importa, tú vas a tí. Mala tuya.
Te sientas y la bimbo domina la “conversación”. Leyendo de una tarjeta, dice tres o cuatro disparates que tratas de corregir sin éxito y culmina la entrevista diciendo la maldita muletilla: “Gente, ya saben, hay que apoyar lo nuestro, apoyen el cine puertorriqueño. No falten.”
¡TENÍAS QUE ABOFETARLA! ¡TENÍAS QUE ABOFETEARLA!
Pero no, como un pendejo dijiste que si con tu cabeza y conspiraste. Ahora tú eres el bimbo por no defender ni comprender el poder de las palabras, limpiarte el culo con el lenguaje y obviar las repercusiones de su mala utilización.

Y es precisamente eso lo que jode...el lenguaje; el desinterés y la poca importancia que le presta una generación de cineastas que ha cogido de llamarse a si misma “visual”. “Es que yo soy visual” dicen, como si los excusara de tener que escribir, leer o comunicarse bien. Analfabetas...
Esta frase (“apoyen el cine puertorriqueño”) es peligrosa. Usarla es proyectar tu película en luz de obra caritativa y querer apelar a un sentido de nacionalismo para sacarla a flote. Es pedir ventaja pasando por alto que colocas al público en una relación apoyador-apoyado para con tu “producto”. ¿Es esa la relación que se quiere con la audiencia?
Aquí hace años que se dejó de respetar el cine puertorriqueño como legítimo. Hay una condescendencia en todo el evento de ir a ver un filme boricua que es asqueante, pero no es culpa del público. Los cineastas nacionales han convertido (y han permitido que le conviertan) la oportunidad de promover sus películas en telemaratones de súplicas y llantenes. De lo menos que hablan es de su filme. Utilizan cualquier foro para hablar de lo difícil que es hacer cine en este país, de como nadie los ayuda y de todas las frustraciones que colma ese “arduo trabajo” de grabar una película. ¡A nadie le importa!
Lo único que le interesa a ese posible espectador es, ¿qué voy a ver a cambio de mis siete dólares? ¿Qué me ofreces? ¿Qué voy a recibir? Esa debe ser la natrualeza de la relación entre el producto y el cliente, un trueque, no un regalo de la pena que siente por tí. Es precisamente de ahí que nace esa condescendencia. Tú película no es diferente a una flor hecha con pencas que vende un tecato. Pues, aquel que compra la flor lo hace para ayudar pero siempre hay una reacción de “coño, está chevere” porque sabe que viene de una persona que está necesitada, no de un artista.
Así que la próxima vez que seas invitado a un programa de televisión, de radio o a una entrevista en el periódico, crécete un par gigantesco de bolas y no sabotees (ni permitas que saboteen) tu propia causa. No pidas cariño o compasión, pide que se te respete como cineasta y que respeten tu propuesta. Y al final del día aquel que no quiera ir a ver tu película, que se vaya pa'l carajo...no ibas a hacer dinero anyways.

Cine parabichos: "Black Swan" y la mano dura de Aronofsky

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Darren Aronofsky mete cabras. Es un autor de cine que sabe las películas que quiere hacer y no compromete su visión ni pa’ dios.

Si bien miramos la propuesta de Arnosfky podemos notar que todas sus películas se pueden resumir en como la obsesión progresiva, de sus distintos protagonistas, destruye sus vidas, tortura a sus allegados y de cómo el cine mismo es un medio que puede representar estas obsesiones ficticias y las del mismo cineasta… vigorosamente. El cine como plataforma para la obsesión y la demencia.

Black Swan no es la excepción. Es una película efectiva y en ocasiones efectista que mantiene nuestro interés y curiosidad hasta el último minuto. Es una pieza bella que desespera por arte (es “artsy” y pretensiosa, pero no nos molesta…la pretensión es agradable aquí). Es una propuesta notable del año 2010 y amerita alquilarla si no por otra cosa, porque no se parece a nada en oferta. Aunque sí es parecida a otras películas…las del mismo Aronofsky.

Black Swan no toma prestado de sus películas anteriores, es una suma de todas ellas. Obsesiva, “imperfecta” (me refiero a qué se suelta, no le importa el grano, ni los encuadres desbalanceados, ni la cámara en mano) y nos arrastra con la tragedia de sus personajes principales, que nace de su egoísmo y de su compulsividad.

El problema es que su juego nunca es seductor, es un perreo. Aronofsky nunca pierde el control de su audiencia pero en vez de construirnos una senda por la cual paseamos en su cine, nos agarra por la camisa y por el huevo (me refiero al “pene”, aunque no literalmente) y nos obliga a excitarnos. Cada segundo de Swan tiene una manera agresiva de derivar placer, es el equivalente a una Cialis cinematográfica, nos para el bicho bien para’o e insiste en la erección aún cuando estamos cansados y faltos de la caricia. Pero Aronofsky nunca nos pasa la mano.

Y aunque sea estimulante , la verdad del caso es que después de la primera hora Swan, aún siendo genial y memorable, no tiene nada nuevo que decir en el lenguaje de Aronofsky, testimonio de su autoría al menos. Sí, la cámara acecha a los personajes hasta el punto que les respiramos en la nuca; sí, les damos vueltas 360 grados con gran velocidad a los sujetos y cuerpos que danzan una y otra vez y despues aún más. Puro frenesí.

Si la comparamos con The Company, otra pelicula sobre ballet del fenecido director Robert Altman, evidenciamos que Aronofsky nunca nos da una mirada distanciada de su elenco/personajes, siempre quiere que nos peguemos, nos incita al roce. Donde Altman observa los cuerpos y nos da una mirada privada a la danza y su proceso creativo, Aronofsky insiste en que guayemos hebilla y pretender meterse en la mente, explorar la psiquis.

IN A NUTSHELL: El largometraje cuenta la historia de Nina Sayers, bailarina escogida para representar los dos papeles principales del Lake Swan, o sea el White Swan y el Black Swan. Nina, en busca de su cisne más prieto pone en práctica un método que le consume y vuelve loca. Vivirse el rol será su caída.

Hablando de contenido, no podemos dejar de ver a Black Swan como un melodrama esquizofrénico, una exploración de nuestro lado oscuro y erótico. Y un dejarse arrastrar por las garras del arte….hasta perder la cabeza.

Pero ocurren dos cosas cuando “se pierde la cabeza” . Uno se zumba sin miedo y corre riesgos, se llevan las circunstancias y “los motifs” hasta las últimas consecuencias y se performa la liberación. Lo otro es que que en ese frenesí se nos puede ir la mano, y podemos llegar a los insospechado. Y aunque Aronofsky lo logra, Portman se esmanda. Su propio método es un espejo para el de Nina, pero al revés. En vez de meterse en la mente de su personaje, Natalie se mete en su cuerpo. Su método no es el de los sentimientos, el alma y el convertirse, sino el de la práctica, la técnica, el “stunt”. Ese es el problema de Nina y de “Swan”, su carácter psicológico facilita el divertimiento, le da una excusa a Aronofsky de lucirse 20 veces con los mismos planos y explotar todas la convenciones del horror mental…como un masaje brusco a las zonas bajas.

Cuando llega el clímax ya estamos fatigados y no podemos venirnos.

"Bring me my machine gun", Harmony Korine y la cultura gangsteril en tiempos tardomodernos

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Harmony Korine escribío el guión de Kids cuando era adolescente y se convirtió en un “indie hero”, y Kids en una película de culto si hubo alguna. Tratando el tema del sida, las drogas y el “letting loose” de los adolescentes niuyorkinos, nos demostró una sensiblidad americana de gran interés.

Ya luego quizo dirigir sus guiones y realizó Gummo, Julien Donkey Boy, Mister Lonely y mas reciente Trash Humpers, un largo grabado en VHS y editado de VHS a VHS.

Hay dos tipos de personas en el mundo: los que conocen y gustan del cine de Korine y los que no. Yo soy de los primeros. Admito que derivo placer de su cine puerco, feo y amercicanísmio. Gummo es una obra maestra del redneck cinema y el cine de asco, una especie de pornonografía de la pobreza que se ha realizado más eficientemente en filmes como Winter’s Bone (2010), pero jamás de manera tan particular y personal como en Gummo.

Trash Humpers es su propuesta más inaccesible e imposible. Es tan fea, episódica, random e imbécil que solo podría recomendarse a fanáticos del cine de Korine o del cine indie “no budget” y personas inclinadas a la disciplina masoquista. Es una película inolvidable por ser única y aunque los pocos que la han visto la consideran insoportable, yo la veo con otros ojos. Pienso que es una celebración del pobre, bruto y “unapologetic”. Su estética VHS, nos da un aire de nostalgia y surrealismo y al final si sobrevives sus ochenta minutos de aburrimiento apestoso (¿cuál es el problema con estar aburridos, anyways?), tendrás la recompensa de una experiencia distinta y horas de conversación.

Recientemente , Korine publicó su más reciente trabajo, un cortometraje llamado Bring Me My Machine Gun (incluimos el enlace para que lo vea de forma gratuita). Este corto continúa los temas de Trash… pero con una estética más “comercial” (o sea, más “crisp” y bonita).

Tengo que admitir que aunque me interesan sus inquietudes de explorar la cultura gangsteril y ridiculizarlos para hacerlos indefensos, este corto de quince minutos solo tiene a sus dos protagonistas (los integrantes de Die Antwoord) en full costume y silla de ruedas gritando improperios, disparando balas locas y “raising hell” en suburbia. Como experimento surreal y parodia del gangster de los 90’s podemos encontrar cierto placer en lo ridículo. Sin embargo, este corto me decepcionó de la misma manera que me decepcionó Mister Lonely: tiene su fotografía más aceptable, su edición más pensada y aún así perdemos la autoría de Korine en su ensayada belleza.

Si no conoces el trabajo de Harmony y no eres partidario de la celebración de lo asqueroso, HAZME CASO, no veas Bring me my machine gun. Para el resto, saca 15 minutos y continúa siguiendo la carrera de este loco. Es de los pocos que quedan con un par de cojones bien puestos haciendo cine gringo. Y le importa una puñeta lo que tú pienses de él. Búscate alguna entrevista suya en Youtube y aprende a odiarlo.

“I’m Still Here” es un documental importante…

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…Y específico. Es lamentable que muchos críticos y cinéfilos se hayan ido por la tangente de concentrar sus comentarios de esta película en preguntarse si todo era mentira o no. ¿Qué carajo importa?

Joaquin Phoenix debió ser nominado para un Oscar (junto con Ryan Gosling por Blue Valentine, pero…eso son otros veinte pesos). Reto a que me consigan un actor que haya arriesgado tanto por un personaje.

Si, un personaje. Todo es un “hoax”…acéptenlo, crezcan, y vean este documental como lo que es: una verdadera exploración de la cultura de las celebridades en la que vivimos y un “performance” que revela la fragilidad (y lo simple que es la manipulación) de los medios.

Todo empieza con una declaración de Phoenix en una entrevista en la alfombra roja: “Quiero anunciar que esto va a ser lo último que hago como actor, porque me retiro…”. Esa misma noche estaba en todos los noticiarios.

Poco después, el actor anuncia que va a comenzar una carrera en la música (hip-hop para acabar de joder) y esa misma noche, ¿adivinen qué? También aparece en todos los noticiarios. Así de fácil.

Lo más increíble es ver la poca dedicación y la falta de seriedad que le pone Phoenix a lo que hace, su altanería y sus cabronerías para con las personas que lo rodean. Es una celebridad con C mayúscula y el mundo le ríe las gracias.

Basta con ver su presentación, como rapero, en una discoteca de Miami para entender el compromiso de este actor para con el proyecto. Phoenix llega a la discoteca a cantar varias canciones de su disco, y luego de terminar la primera, escucha a alguien que lo insulta desde el público. El se lanza desde la tarima y el “bembé” que se forma es delicioso y digno de una celebridad que se descoce. A eso lo siguen vómitos, abucheos y por supuesto, cientos de celulares grabando el espectáculo. Y Joaquín nunca rompe personaje, porque nadie sabe que es un personaje. Y todos los presentes disfrutan su caída, literal y metafórica. Perfecto.

Lo que está pasando con Charlie Sheen hace de este un documental relevante, pues arroja luz sobre un “issue” mucho más importante que la adulación al “celebrity”. Aquí se le da protagonismo al “backlash” y al rencor que le tenemos escondido a los famosos…los queremos ver fallar. En el presente no hay nada más sensacional que ver a un famoso derrumbarse ante las presiones que trae consigo la fama, perder la chabeta, volverse loco frente a las cámaras y cometer “career suicide”.

Buscar las historias más resaltadas mundialmente en los últimos 5 años es encontrar a Britney Spears rapándose la cabeza (y siendo llevada al hospital en ambulancia), a Lindsay Lohan convirtiéndose en adicta y “pilla”, y a Charlie Sheen fumando crack, conviviendo con dos putas y transmitiendo por internet sus episodios mánicos. Es común ver estás noticias desplazando mensajes de Obama en las primeras planas.

Es triste ver como las revistas, los “sites” de internet, E! y los segmentos de farándula se hacen de millones de dólares a cuesta de la desgracia de estas celebridades. (Un claro reflejo de que a nosotros nos gusta esa desgracia, que la consumimos con pasión.)

Y I’m Still Here es precisamente una presentación e investigación de esta cultura, de la mano de dos actores (no olvidemos a Casey Affleck detrás de la cámara) que con intención manipularon el sistema, a su vez mostrando lo que sucede con el ser humano detrás de la historia.

Porque esto no se debe perder de perspectiva. Charlie Sheen es un ser humano. Lindsay Lohan es una mujer de carne y hueso. Britney también.

Igual que se han celebrado documentales como Salesman, Gimme Shelter y Bowling for Columbine dado a lo representativos que son de momentos en nuestra historia; da pena que se le haya restado valor a I’m Still Here debatiendo estupideces sobre su ficción o realidad. Este documental merece ser visto y Joaquin Phoenix merece ser reconocido (igual que lo fue Sasha Baron Cohen por Borat) por ser un genio “performero”.

Uno de los problemas o “issues” que enfrenta la sociedad del 2011 es la cultura del “celebrity”. Y yo no he visto cine documental que lidie con el asunto como lo hizo I’m Still Here.

MAS CAFRE QUE TU: EL POST-REGUETON de CALLE 13 y Jamsha

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El reguetón murió cuando los reguetoneros dejaron de hacerlo. Hubo un momento en la historia de Puerto Rico cuando se producía reguetón. Pero eso fue en los 90’s.

Sin embargo, el underground ha dado señales de vida. O más bien señales de movimiento y tránsito. En todo caso el reguetón se acomoda a la metáfora (passé) del zombie y del cadáver animado.

La gran mayoría de los reguetoneros y sus seguidores han optado por la alternativa comercial, limpia y bailable de la producción del reguepop; Wisin y Yandel, Yankee, Don Omar, y los demás están haciendo música dance/global/fusion o balada cheesy. Y dictaron la pauta para todos los chamaquitos urbanos con demo. El reguetón murió, indeed.

Sin embargo, encontramos dos propuestas atractivas de reguetón underground hechas en la era del post reguetón. Se trata de Jamsha el Putipuerko y algunas instancias de la propuesta Calle 13.

Notamos una soltura y apuesta a la cafrería, a la obscenidad y al shock value, pero muy conscientes del proceso. En ambas propuestas identificamos una apropiación de los códigos del underground que van desde la vestimenta, baile, manerismos y la jerga hasta los ritmos y pistas. El uso de estos códigos siempre atemperados a otra estética más personal nos deja una parodia del reguetón y a veces pastiche.

Calle 13 ejemplifica mejor su estilo paródico con temas como “Guiyi guaye” donde dice haberse “jalado como ochenta puñetas a tu nombre…tengo la pija color violeta” y en un momento de despectivo meta underground nos enfatiza lo estúpido e insignificante que resultan los disparates que canta en el coro “el coro va por la casa” y se pasa por el culo lo que el piensa que es el reguetón: ordinario y analfabeto. Pero como nos gusta.

En este caso, Calle 13 nos ayuda a ver el underground y a derivar placer del saber y estar conscientes de lo pedestre del cancionero reguetono. Últimamente su vocalista y autor René Pérez (Residente), ha ensayado un estilo orientado al hip latinoamericano/alternative/global. Pero su mejor momento siempre será aquel en el que ensayó su meta-reguetón y en el que mató el reguetón con más reguetón.

Por otro lado, Jamsha “El Putipuerko” no representa al reguetonero undergroun’ noventoso, Jamsha embodies it. En su propuesta no registramos quiebres paródicos. Hay un asumir el rol cafre que guía toda la propuesta. Jamsha is truly fearless.

Su música es decididamente underground, confrontativa y estúpida. Podríamos ver la música y los videos de Jamsha en un contexto 1997 y ubicarlos adecuadamente, seamlessly. Incluso el estilo do it yourself de la produccíon de su música y sus video resultan en una cualidad hecha a mano que el reguetón perdió hace millones de dólares. La apropiación en Jamsha del underground sucio y sagrado se da de manera invisible porque él no le tiene miedo a la censura, ni invierte un dineral en sus videos.

El gozo es nuestro, de los que vivimos la era del underground, que conocemos a la bestia y no nos da miedo. Jamsha nos acerca a nuestro cafre, a nuestro putipuerco, a nuestra persona más baja. Nos encanta cada segundo.

Chequéate su video de “Ella tiene jevo pero quiere güevo” y decide si es un genio o un cafre más. Yo me inclino por lo primero.

El paladar sofisticado de Frances Arúgula

on lunes, 18 de abril de 2011

Arúgula es una planta anual que se usó en todas las ensaladas del 1996 (y en Puerto Rico en el 2008, claro) pero también es mi apellido. Soy crítica culinaria, redactora, y me he metido todo tipos de cosas a la boca , incluyendo embutidos con sangre y otras carnes guindás. No me da vergüenza decirlo.

Soy escritora y foodie, y llevo varios años en Puerto Rico tratando de tomarle el pulso al panorama culinario del País. Hasta ahora, y en general, me parece una escena desenfocada con restaurantes sin ideas del contexto global y actual y otros con repertorios pretensciosos y gastronomías moleculares wannabe bastante arrogantes, pero it is what it is. Muy pocos chefs han renovado sus ofertas para moverse con los tiempos y las temporadas. Pero en esta ronda de escritos trataré de juzgar con el paladar limpio.

Desde que recuerdo odio comer en casa, el soul food y la cocina de Mamá me da alergia y náusea. Tal vez tenga que ver con la pelea diaria de mis padres en el comedor durante la cena, no sé, pero desde entonces odio la cocina casera y las recetas sobrevaloradas de la abuela. Comer afuera fue mi pasatiempo y ahora mi carrera. Tal vez hayan leído mis columnas en inglés en otros medios con mi seudónimo habitual (que no revelaré ni aunque me lo pida nuestro señor Jesucristo). Esta columna será más informal y no tengo miedo en ofender la sensibilidad de los chefitos del patio que se creen que una espuma de azafrán va a cubrir el hecho de que su pato está sobrecocido. Voy a tratar de mantener mi paladar elevado y concentrado en las propuestas más frescas y vigentes del patio. En esta columna estaré haciendo reviews de restaurantes de la Isla, para explorar sus puntos de vista, sus sabores, presentaciones y la experiencia en general de la visita. No tengo pelos en la lengua y no tengo miedo de decir que tu comida es mala, pero si me presentas un plato innovador y excitante me voy a venir en este espacio que me cedieron los muchachos de Bajo Criterio. Cuando menos te lo esperes estaré sentada sola en la barra de tu restaurante pidiendo platos al azar tomando notas en el baño y mirando los muebles. Desde que cerró Chayote y Delirio me da miedo de lo que queda allá afuera, no tengo mucha esperanza. Las próximas entradas serán sobre la escena en San Juan enfocándome en SOFO (South Fortaleza )…..Ponte pa’ tu número…Oof.


Frances Arúgula

Black "Friday": Rebecca es obscena

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Llegué tarde a la fiesta. Ya todos se han tripiado a Rebecca Black por tener  la peor canción en la historia del internet. Su video tiene más de 100 millones de views en youtube con más de dos millones de dislikes (sí, es un all time record). Es la curiosidad morbosa de contemplar lo horrible, el no placer de huelerse un mojón.

Aunque amamos odiarla, nunca hablaríamos de su vídeo “Friday” como ofensivo, cafre o censurable. Sin embargo, es obsceno y está en pelotas, doblándose en cuatro patas enseñándonos la raja del culo sinvergüenza.

A simple vista es solo un mal video, con una canción estúpida y underwritten. A fin de cuentas, se trata de una chamaquita de 13 años.

Yo los invito a leer la obscenidad en esta propuesta caótica e ingenua. La cultura del boceto y el borrador impera. O sea, no es difícil imaginar un grupo de personas sin idea tratando de escribir una canción cool. Escupieron tres ideas y sin revisión ni reescritura se llevó al estudio de grabación. (Como los guiones que se producen en Puerto Rico, la reescritura no es una opción…print and produce)

La presentación es más ofensiva que otras cosas que consideramos censurables como la violencia gráfica y el sexo frontal.

Pero “Friday” es tan cruda  y obscena. Nos da una bofetada con su contenido obvio y pedestre que  luego se repite literalmente en el video mismo. Vemos una chica cantar de levantarse, desayunar, esperar la guagua escolar y montarse en el carro con sus amigos. Luego nos anuncia que llegó el viernes. Y nos dice, nos insiste en que es “Fun, Fun, Fun, Fun” y que están “Partying, Partying…yeah!”, pero no lo demuestra, no nos enseña un proceso sencillo de diversión juvenil. La superficie está podrida.
“Yesterday was Thursady/Today it is Friday/ We, we, we, so excited…./Tomorrow is Saturday/ And Sunday comes afterwards” I mean, really. Ni siquiera están tratando.

La inclusión de un rapero negro con un chanteo aún más estúpido pero apropiado no eleva la propuesta ni a la categoría del cliché. Al final, el video de Rebecca Black es obsceno por obvio, superficial y su agresivo patetismo. Barthes nos diría que su obscenidad estriba en lo pornográfico. Se parece más a la pornografía infantil. Repórtala.

Existe tal cosa como buena radio...

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Esto ocurrió en el Bayú (cuando existía en Sal Soul), con Tony Sanchez “El Gangster” y “Funky Joe”:

Funky, que de vez en cuando olvida lo que hace para dárselas de “activista político” quizo poner un tema (para las llamadas del público) acerca de la situación económica del país. Pero nadie llamó…esperaron…esperaron…y nada, ni una sola llamada…
…y el Gangster, un veterano campeón de “ratings” (que “sabe” lo que quiere el público), le dijo a Funky: “dame acá, déjame enseñarte como se hace esto. Mi gente, llamen para que nos digan ¿a qué cosas le apestan los pies?…ese es el nuevo tema”. Las líneas se llenaron. El cuadro se inundó de llamadas de gente loca por decir que sus pies apestaban a queso.

Nadie se enteró ese día pero en plena radio nacional, en el programa de mayor audiencia (para aquel entonces), se reveló lo que hay detrás de la cortina y cuales son las reales intenciones de todas la partes envueltas en el espectáculo mediático que es la radio puertorriqueña.

Hace falta escuchar solo quince segundos de cualquier programa en cualquier estación radial FM, para darse cuenta que no somos más que un montón de tontos útiles al servicio de un elenco de mediocres con voz…en una eterna celebración de lo trivial.

Todos los segmentos abordan temas simplones e insultantes: “la última vez que hiciste el rídiculo”, “cuando te cogieron pegándoselas a tu mujer”, “cuando te le declaraste a alguien y te dijo que no”. Ugh, a eso añádele que todas son discusiones que se quedan en la superficie, carentes de profundidad y para nada entretenidas. No haces más que entrar en aguas profundas y el animador te corta para decirte la clásica: “busca ayuda”. Fuck you…tú busca ayuda, y de un comunicador con propósito please…

Ira Glass es un comunicador con propósito. Como creador, productor y conductor del programa radial estadounidense This American Life, Glass entiende a cabalidad las posibilidades de su medio. En los 60 minutos que produce semanalmente, hay espacio para episodios que van desde el periodismo investigativo, hasta la comedia, cuentos cortos, e inclusive confesionarios.

Es un placer escuchar episodios como The Giant Pool of Money, en donde Glass, y sus colaboradores, disectan las razones de la caída ecónomica del 2008. Sus entrevistas y recopilación de datos explican la crisis de una manera sencilla pero contundente, con más efectividad que cualquier segmento noticioso o artículo públicado del evento.

Sin embargo, para los gustos, los colores. Mi episodio favorito no es político, ni es de carácter investigativo. Break-up es una obra maestra radial que a través de cuentos cortos comunica a la perfección el sentimiento real de estar en medio del rompimiento de una relación amorosa.

También recomiendo Scenes from a Mall, en el que Glass va a un centro comercial y por medio de entrevistas logra entretejer a todas las personalidades que componen la experiencia y la atmósfera de ir de “shopping” (un perfecto “backstage look” a lo que sucede en el día a día de las tiendas). # 1 Party School, en el que Glass visita Penn State, la escuela más fiestera de los Estados Unidos e investiga la cultura de la cultura de la joda y las repercusiones que tiene dentro y fuera del campus. Y Notes on Camp, en donde Glass, con la ayuda de instructores, documenta un campamento, los niños y sus actividades con una transparencia que recuerda el trabajo de los hermanos Maysles.

Si quieres escuchar radio con propósito, radio inteligente y no senitr que te tratan como a un bebé o un mono, hazme caso y bájate par de episodios de This American Life, te prometo que me lo vas agradecer.



(This American Life es un programa semanal. Los episodios son gratis en la semana de estreno y luego pasan a un archivo en el que cuesta $0.99 bajarlo. Nunca olvides los noventa y nueve centavos que te gastas en mierda todas las semanas...bájate por lo menos dos de los que te recomendé y, de nada…)


The Missing Person y un manifiesto cojonú de su director

on martes, 12 de abril de 2011


The Missing Person es una anomalía dentro de la corriente de cine americano contemporáneo. Una película que se atreve a ser específica; su tono es consistentemente raro, y por primera vez en mucho tiempo se nos presenta un filme de detective que está mucho mas preocupado por los conflictos internos de su personaje principal que por su trama.

Los cojones de esta película radican en ser una de las pocas propuestas recientes de "film noir" que usa la forma de este género a su favor para hacer de su “historia” una socialmente relevante. La película hace lucir a Black Dahlia de Brian de Palma (y a todos los otros fallidos intentos de revivir el "film noir" por parte de las super-producciones gringas) como un informe oral de una guaynabeña que estudia comunicaciones y que está mucho más preocupada por el color de las plantillas de su Power Point que por la retrajila de acentos que ignoró por ser una imbécil.

He aquí un escrito del director del filme, Noah Buschel que resume al pie de la letra mi sentir en cuanto al cine contemporáneo se refiere:

“Para mí, “historia” es la palabra más sobre-utilizada en el mundo del cine actual. Escucho a actores diciendo: “Yo solo quiero contar buenas historias”. Escucho productores diciendo: “Yo tengo una pasión intensa por las historias”. Jerry Bruckheimer está en un comercial llamándose a sí mismo “storyteller”. Quizás lo sea.

No sé en que momento el cine independiente se convirtió en sinónimo de contar historias. ¿Cuándo fue que este énfasis extremo en la narrativa se materializó? Como si una película no se prestara, en iguales términos, a ser un poema o una pintura. Pero no escuchamos a actrices protagónicas diciendo: “Yo quiero hacer grandes pinturas” y esto es probablemente una de las cosas más difíciles que enfrentamos los cineastas hoy en día. Si uno quiere hacer una película que no este guíada por la trama, uno tiene que disfrazarla. Yo escribí un guión que está vestido de "film noir" aunque en realidad era mucho más un guión tipo “sueño lúcido” que un guión detectivesco de “¿quien lo hizo?”.

Me resulta gracioso que Sundance este celebrando el arte del “storytelling” para su aniversario. Para mí el cine independiente siempre fue un lugar en el que sus películas podían ser lo que quisieran ser. Cuando pienso en A Woman Under the Influence, la pienso como un retrato. Badlands de Terrence Malick parece mas un "haiku ballad" que una historia. Robert Altman decía que él veía sus películas mas como pinturas que como historias.

No puedo evitar pensar que cuando la mayoría de la gente habla de “storytelling” en el cine contemporáneo, en realidad de lo que están hablando es de la homogenización y del embrutecimiento del cine. Todo está articulado, se mueve con fluidez, te han dicho todas las respuestas y no hay nada quedado en el aire. No hay tiempo ni espacio para respiración, transformación, rarezas y locuras. Es cine como una actividad intelectual estrecha, hecho para bajar fácil en una “laptop”. Es académico y aburrido. Le sirven al cerebro de la gente, en vez de a su cuerpo y a sus entrañas.

Todos tenemos nuestras propias historias y la de personas que conocemos. Somos todos buenísimos contando esas historias. Nuestro cerebro lo hace todo el día. Pero hay una experiencia y una visión que va más allá que las historias. Y eso es precisamente lo que me trajo al cine en un primer instante. Esos momentos en los que un filme abre y expande tu cerebro. Los conceptos desaparecen. El juicio se rinde. Ver Spirited Away de Mizayaki en una sala de cine oscura es como escuchar a Charlie Parker o leer a Emily Dickinson. La pequeña mente racional da espacio a algo que va más allá de los pensamientos.

Y esa es la batalla del día a día para un cineasta como yo. Estoy interesado en ir más allá de las historias pero el mundo del cine independiente está, con cada día que pasa, más y más guíado por el 'storytelling'.”

Noah Buschel
Filmmaker Magazine (Winter 2009)

Rabbit Hole no es "cool"

on



Rabbit Hole es una película de adultos, para adultos. No hay tetas, nalgas, penes o vaginas. No hay penetración. No hay pistolas, ni machetes, ni cuchillos…ni sangre.

Hay un excelente guión. Hay un elenco de actores en potencia. Hay una dirección madura que maximiza todos los aspectos dramáticos y temáticos de la historia. Que grata sorpresa…

Es increíble poder mencionar todos estos descriptivos en una película de John Cameron Mitchell (Hedwig and the Angry Itch, Shortbus), quizás el director más “inmaduro” de toda esa generación de cineastas que despuntaron en los años 90; pero es que este filme es específico. Hacía falta una persona que entendiera lo que la pieza quiere decir y Mitchell acertó: aquí se brega con el luto y sus efectos, no solo en los protagonistas, sino que en todas las personas que entran en contacto con ellos.

Todas las escenas, todos los momentos de esta película están enfocados. Becca (Nicole Kidman) llega a casa de su mamá, a visitar a su hermana y ve a un hombre negro que le da comida a un perro. Este perro le ladra a Becca, el hombre negro lo regaña y le dice a ella: “Tranquila, por alguna razón se pone así cuando le da hambre”. Ella le dice: “Lo sé, ese es mi perro”. Y con esa respuesta este hombre entiende todo, lo importante que es este perro y lo insignificante que es él. “Oh, un placer, yo soy Auggie”, le dice el hombre a Becca y ella descubre que este es el padre de su sobrino.

Ahora, un guionista y un director inseguro se hubiesen dejado seducir por el montón de posibilidades que le trae esta revelación a la próxima escena. Quizás la hubiesen desviado a una discusión “interesante” sobre raza, o sobre lo mayor que está el hombre para la hermana; pero no, se hace un solo comentario y se regresa enseguida a lidiar con el sentido de pérdida que siente toda la familia.

Ese tipo de concentración y visión de túnel, hacen que Rabbit Hole sea una de esas pocas piezas en el 2011 que está más preocupada con los humanos de su historia que con la forma y el estilo en su presentación. Está anclada en sus personajes y que bueno…es un respiro.

Nicole Kidman sabe escoger proyectos. Esta es la misma actriz que en los últimos diez años ha protagonizado Margot at the Wedding, Cold Mountain, Dogville, The Hours y The Others. Todas, películas que han sabido aprovechar esa frialdad que tan fácil comunica su rostro para obtener diferentes resultados. John Cameron Mitchell lo utilizó a la perfección. Aquí es un placer ver a Kidman batallando con su neurosis en silencio. En todos los cuadros del primer y segundo acto se ve a una mujer que le guarda secretos al mundo presentándose como fuerte. Es sorpresivo el efecto que causa en uno el ver esa fortaleza en su rostro quebrarse.

Pienso que Aaron Eckhart comparte esas cualidades con Kidman (el del “tough, strong-minded people”) y, aunque su personaje va en el asiento del pasajero de la película, es preciso observar como el guionista y el director fueron justos con su desarrollo. Lo importante es que a Eckhart no se le vio esa cualidad artificial californiana que abunda en muchos de sus “choices”. Y bien por él.

La fotografía de está película no quiere llamar la atención. La cámara es estática y la iluminación es común. Pero todo funciona. Pareciera que Mitchell quería que su filme operara en el mismo contexto estético de Army Wives o Desperate Housewives, que no hubiesen quiebres en el proceso de inmersión y que al espectador se le hiciese fácil el entrar a la suburbia. La familiaridad con esta atmósfera , la desaparece (eso es algo en lo que no se piensa), para así darle un real protagonismo a los personajes en pantalla.

Está claro que habían profesionales tomando decisiones en Rabbit Hole. Y la mayoría de estas decisiones chocan con las tendencias en el cine hecho para vender taquilla. Si, este es un filme “anti-cool”. Pero en una era pos-moderna (super referencial y auto consciente) de cine, es chévere ver propuestas maduras de cineastas a los que no les importa un soberano carajo lo que piensen las audiencias. Está es esa película, este es ese cineasta. Todo quedó depositado en mantenerse fiel a la historia que querían contar y a sus personajes. Aplaudo su confianza. Está excelente…